Por la salida anticipada del rector
por el Movimiento de Adecentamiento de la Universidad de Panamá (MOVADUP)
El pasado 29 de octubre de 2015, el rector de la Universidad de Panamá, Gustavo García de Paredes, dio el discurso central en el Acto Anual de Rendición de Cuentas, ocasión que aprovechó para anunciar que no se postularía, en el próximo proceso electoral, al cargo que hoy ostenta, para el periodo 2016-2021.
Más que una decisión autónoma y generosa en pro del relevo generacional, consideramos que fue producto de la presión de una opinión pública adversa, consciente de la concentración excesiva de poder que se vive a lo interno de la Casa de Méndez Pereira y que está alerta frente a las múltiples denuncias de irregularidades y actos de corrupción que hoy son investigados por la Contraloría General y la Procuraduría General de la Nación.
En este sentido, el MOVADUP reivindica el desistimiento de Gustavo García de Paredes a aspirar a la rectoría como una victoria del pueblo panameño y se alegra de ser uno de los vehículos de la voluntad de este con respecto a su universidad.
El apego desmedido al poder, por parte de su máxima figura, se manifiesta en la forma cómo se ha mantenido administrando la Casa de Méndez Pereira a lo largo de 5 periodos de gobierno: interpretaciones acomodaticias o cambios en la ley universitaria frente a la cláusula de no reelección, sistema de ponderación que favorece la manipulación política, clientelismo político exacerbado y persecución feroz contra las voces críticas a su gestión.
Cuando hizo alusión en su discurso a que, con su retiro, la UP concluía su fase “octaviana” y que “podía salir con la corona puesta”, el actual rector no fue nada modesto, a pesar de haberse autocalificado como “espartano”. Su egolatría y arrogancia excesiva lo hizo compararse nada menos que con César Augusto (Cayo Octavio Turino), emperador romano con el reinado más prolongado de la historia, pero también autócrata que reinó gracias al clientelismo, el control militar y los poderes perpetuos conferidos por el Senado. El “apoyo” recibido que reivindica el rector fue sobre la base de la manipulación, el terror o el acarreo obligado de los universitarios, los cuales no lo van a “divinizar” como a César Augusto, una vez concluya su periodo, sino que sacarán a flote toda la verdad oculta de lo que realmente ha acontecido en estos 19 años.
Aunque en el 2012 promovió una reforma estatutaria con una edad de retiro de la docencia (75 años) que no se aplicaba a las autoridades sujetas a elección popular, pues estas podían concluir su periodo aunque hubiesen sobrepasado dicha edad, tal modificación a la reglamentación universitaria constituye, hoy por hoy, una soga al cuello para sus aspiraciones a una eventual postulación, pues la edad del profesor (menos de 75 años) es un prerrequisito para la candidatura a cargo de autoridad, incluyendo el de rector.
En el discurso que comentamos, García de Paredes justificó la persecución política instrumentada a través de procesos disciplinarios amañados, así como defendió su no acatamiento de los mandatos judiciales correspondientes, cuando reprochó a la Corte Suprema de Justicia sus acciones “políticas” de ordenar reintegro a funcionarios que “no actuaron dentro de los parámetros y estatus establecidos”. En este punto fue incluso más allá y, con insensata temeridad, vaticinó que ello acarrearía que “la gente se tomara la venganza en sus manos.”
Asimismo, la utilización de términos despectivos (“la oposición es mala; no aporta, solo critica; eso no sirve; es basura”) para calificar a quienes se contraponen a su administración, deja mucho que desear de una máxima figura de una casa de estudios superiores, quien debería destacar por su trato humano y respetuoso hacia todos los universitarios indistintamente de su origen, condición o creencias. Además de dar muestras con estas expresiones, de una nula existencia de garantías de un proceso electoral imparcial para el próximo año.
El discurso de “Rendición de Cuentas” nada dijo sobre el uso del presupuesto universitario, sobre todo para el nombramiento de “a dedo” de personal docente y administrativo, el mantenimiento de “botellas” clientelares, la triangulación innecesaria de fondos a través de la Fundación UP, las ventas truculentas del patrimonio universitario y las contrataciones públicas con sobrecostos (casos: los CIDETES, la restauración del edificio de Secretaría General, el sistema de seguridad, etc.). Más bien se destacó por su carácter prepotente, intimidatorio y reclamante de poderes omnímodos (interpretación autócrata de la autonomía universitaria) frente a la Contraloría y el Órgano Judicial y su incomodidad frente al ojo avizor de los medios de comunicación social.
Por lo anterior, el MOVADUP declara que el poder de las autoridades universitarias no debe ser ilimitado o absoluto, pues da pie al avasallamiento de los derechos de estudiantes, profesores y administrativos, quienes se convierten en objetos y no sujetos de derechos. Por tanto, luchará por la salida anticipada de Gustavo García de Paredes de la Rectoría, ya que su permanencia en el puesto implicará mayor persecución, burla a las decisiones judiciales y nula imparcialidad en los procesos electorales.