Quien paga, ¡MANDA!
por Kevin Harrington-Shelton
Desde nuestras primeras aulas a los panameños nos mantienen mareados con lo de “Panamá, centro del mundo, corazón del universo” — cuando en realidad siempre hemos dependido del resto del mundo.
La intranquilidad aupada artficiosamente por el nombre escogido para el destape de las offshore ilustra cómo un periodismo (más interesado en prestarse al sensacionalismo para desenfocar de la problemática política) no aporta perspectivas para entender las travesuras de una clase política totalmente corrupta, y que prefiere pasar agachada, a resolver problemas prioritarios al bien común acumulados por su propia ineptitud. Con demasiada frecuencia, nuestros medios prefieren hacer suyas sin cuestionar, gacetillas sin sustancia. La verdad es que, mediante las telecomunicaciones modernas, la coyuntura tiene explicaciones muy fáciles de analizar — con alguito de esfuerzo y profesionalismo.
Cabría hacerlo a través de una cronología de los hechos conocidos públicamente.
La mitad de la industria de servicios internacionales es atendida hoy en dependencias británicas de ultramar. Como el resto de Europa, hoy el Reino Unido reacciona ante un grave déficit fiscal. En octubre 2015 se les formó una crisis constitucional, cuando la bancada de 26 obispos anglicanos en la Cámara de los Lores logró la aprobación –y por razones de moral– de una demora de los recortes en servicios sociales autorizados por la cámara electa del Parlamento. Estos habrían perjudicado tanto a personas con capacidades especiales (toque aquí, Column 995) como a tres millones de las familias más necesitadas del país. En el debate salió a relucir, que el gobierno mantenía un déficit de 40 MIL millones de Euros pendientes de cobrar para cuadrar su presupuesto. (Los recortes demorados involucraban tan solo 400 millones.) No obstante, el Primer Ministro David Cameron programaba reducir el 20% de sus cobradores. No resulta muy difícil concluir que su Partido Conservador ha de tener donantes sumamente convincentes.
En tal ambiente enrarecido caen como “soga en la casa del ahorcado” la ideología del gobernante Partido Popular sobre evasión de impuestos. De paseo por Europa, nuestro ministro de Gobierno Milton Henríquez aclara, que él no entiende “por qué Panamá tiene que convertir en delito todo aquello que los demás países quiere o no hacer delito”, (Primicia que no difunde el espacio radial de su propiedad.) Y, en su ya-característico estado de negación sobre la realidad, el propio presidente Juan Carlos Varela “echa más kerosene al fuego” en ambas versiones de “su” carta al New York Times y —en castellano— para minimizar daños, al “olvidar” mencionar que uno de los principales del bufete legal mencionado disfruta una calidad de ministro que le confiere información privilegiada en su gabinete. Y nuestros medios guardan un respetuoso silencio.
Comienza el panameño a preguntarse por qué su Ministerio Público no ha visitado las oficinas del bufete tan espectacularmente mencionado –en el Exterior.
Luego del calvario de Cameron apenas abierta la caja de Pandora en Panamá, el 11 de abril 2016 se le cuestionó por qué los centros offshore ingleses gozarían de un régimen de registro de acciones cerrados en contraste con los registros abiertos ya legislados para sociedades en la Madre Patria — sin obtener respuesta seria alguna de la bancada oficial respecto de aquella excepción hecha-a-la-medida de sus donantes. En Bruselas el 12 de abril la Comisión Europea aprobó su sistema de listas-negras y reportes automáticos de centros financieros — a propuesta del Reino Unido. En la Cámara de los Comunes el 13 de abril la Oposición le sacó en cara al Primer Ministro, el que sus Euro-diputados votaron en contra de su propia propuesta. (Column 344). Y además que sus paraísos fiscales tendrían que asegurar que las offshore “pagaran sus impuestos…” y que en Jersey los registros de acciones involucrarían solo a sociedades sospechadas del terrorismo (Column 346). Como periodista profesional, la parlamentaria Caroline Lucas puso al Primer Ministro contra la pared, preguntando por qué el equivalente del Ministerio Público allá (aún) no había allanado la filial londinense de Mossack Fonseca (Column 352), aduciendo razones irrepetibles fuera del recinto parlamentario.
El tema del libro de acciones y su inscripción en el registro oficial tiene que ver con que allá hay sociedades anónimas, BIEN anónimas: nadie sabe de quién son. Uno de los problemas que encara el Reino Unido hacia su interno, es la frecuencia con que tales offshore adquieren propiedades multimillonarias, aprovechando un trato tributario discriminatorio a favor de las empresas extranjeras. Por eso es que los precios de inmuebles en Londres resultan astronómicos, en razón de la cantidad de dictadores en el poder, jeques árabes, zares rusos y ex-mandatarios africanos sinverguenzas, que incrementan desproporcionadamente la demanda y por ende los precios, al punto que los propios londinenses ya no pueden costearlos.
Resultaría el copón que Panamá figurara en este entramado de eximidos de la igualdad ante el régimen tributario inglés. Recientemente el gobierno Panameñista mudó –innecesariamente– la residencia para su embajador, de la sensata “Panama House”, a una lujosa mansión próxima a Harrods. Nuestro actual embajador fue ex-director de mercadeo de Varela Hermanos. Ojalá y no resulte que su nueva residencia sea alquilada a una offshore organizada –sin ilegalidad ninguna– por Mossack Fonseca. Aún así, ni La Prensa, ni La Estrella de Panamá, lo divulgará. Pero SUNTRACCS sí….
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