¿Cuántos desastres más relacionados
con el clima podemos soportar?
por Mark Reynolds
Huracán Harvey acaba de ahogar el sureste de Texas. La tormenta ganó fuerza mientras cruzaba las aguas anormalmente cálidas del Golfo de México y creció hasta ser un huracán de categoría 4. Para empeorar las cosas, Harvey también llegó en los talones de un agosto increíblemente húmedo en la región, y la humedad del suelo ya estaba por encima de la media. Incluso después de que se aterizó y se debilitó a ser una tormenta tropical, Harvey prometió volcar otro pie o dos (un medio metro) de lluvia en la región.
Por lo menos cinco muertes y docenas de lesiones fueron reportadas en los primeros días de la tormenta. La gente se refugiaba encima de sus techos y necesitaba rescates dramáticos. Además de los costos humanos, los costos económicos son asombrosos: JPMorgan estimó que las pérdidas eventuales aseguradas podrían estar en cualquier lugar de $10 mil millones a $20 mil millones. Bloomberg informó que los costos totales podían montarse a $30 mil millones, cuando se tienen en cuenta los impactos en los sectores de trabajo, transporte y energía del área. El Programa Nacional de Seguro de Inundación, que ya tiene $24 mil millones en deuda debido a la devastación causada por el Huracán Sandy y el Huracán Katrina, no está nada en absoluto preparado para responder a los daños.
En tiempos como estos, tenemos que preguntarnos: ¿cuántas tormentas más nos obligarán a medir la lluvia en pies en lugar de pulgadas, en metros en lugar de centímetros? ¿Cuántos billones de dólares más de agobio pondremos en el Programa Nacional de Seguro de Inundaciones? ¿Cuántas personas más estamos dispuestos a desplazar de sus hogares, o perder completamente, en eventos meteorológicos extremos como estos?
Todo esto básicamente se reduce a la misma pregunta: ¿Por cuántos años más vamos a despedir los gases de efecto invernadero en la atmósfera con impunidad? Porque mientras estemos haciendo eso, estamos pidiendo más de lo mismo—y peor.
Por supuesto, el cambio climático no puede explicar ninguna tormenta específica. Pero es innegable que un mundo más cálido y húmedo juega un papel en la intensificación de las tormentas como el Huracán Harvey. Kevin Trenberth, un científico senior del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de los Estados Unidos, dijo que “el principal combustible para la tormenta” era el agua tibia en el Golfo–tanto como 7,2 grados Fahrenheit por encima de la media. “Aunque estas tormentas ocurren naturalmente, la tormenta tiende a ser más intensa, tal vez un poco más grande, más duradera, y con precipitaciones mucho más pesadas” debido a esas aguas más cálidas, dijo.
Está claro que hemos pasado la etapa de sólo cambiar unas bombillas. Necesitamos una legislación amplia para alejar el mercado de los gases de efecto invernadero que causan el cambio climático. Poner un precio sobre el carbono es el único movimiento legislativo que coincide con la escala del problema al que nos enfrentamos. Una ley nacional que pone un precio al carbono podría requerir que las compañías de combustibles fósiles paguen una cuota por cada tonelada de dióxido de carbono o emisiones equivalentes. A medida que la tarifa sube cada año, y como las empresas se ocupan de sus balances finales, el mercado rápidamente escogerá las opciones bajas en o sin carbono. Si todos esos ingresos se devolvieran por igual a los hogares americanos en forma de dividendos, los estudios muestran que estimularía la economía y traería millones de puestos de trabajo. Y, por supuesto, impulsaría una reducción en nuestras emisiones y nos pondría en un curso para estabilizar nuestro clima.
Este tipo de plan ya tiene un importante apoyo conservador. El Consejo de Liderazgo Climático, encabezado por los estadistas republicanos James Baker, Henry Paulson, George Shultz y otros, publicó “El caso conservador de los dividendos de carbono” a principios de este año. Explican que la fijación de precios de carbono y la devolución de los ingresos a los estadounidenses “fortalecerá nuestra economía, reducirá la reglamentación, ayudará a los estadounidenses de clase obrera, reducirá el tamaño del gobierno y fomentará la seguridad nacional”.
Republicanos actualmente en el Congreso están tomando nota de la necesidad de la acción climática, también. El representante republicano de Florida, Carlos Curbelo, vio a Miami inundando y escuchó los gritos de sus electores, así que respondió formando el Caucus Bipartidista de Soluciones Climáticas junto al representante demócrata de Florida, Ted Deutch. Ahora el grupo tiene un total de 52 republicanos y demócratas trabajando juntos, muchos de los cuales han visto impactos climáticos en sus propios distritos y están dispuestos a ponerse serios sobre la acción climática.
Después del Huracán Harvey, quizás los miembros de la delegación de Texas estarán listos para apropiarse de sus asientos en el Caucus. No esperaremos ociosamente para ver cuántos días más de devastación va a causar en nuestro país nuestro inestable clima. Al contrario, queremos ver cuántos representantes se suman y dan un paso al frente en el Congreso.
Mark Reynolds es el Director Ejecutivo de Ciudadanos por un Clima Vivible (Citizens’ Climate Lobby). Traducido por Tamara Kellogg.
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