Una publicación, con frecuencia citada, menciona que un sitio arqueológico precolombino en Panamá mostraba signos de violencia extrema. Una nueva revisión de la evidencia sugiere fuertemente que la interpretación es incorrecta.
Las cuentas de violencia en el Panamá precolombino son exagerados
por Sonia Tejada – STRI
Enterrados vivos. Masacrados. Decapitados. Despedazados. Mutilados. Asesinados. El arqueólogo Samuel K. Lothrop no se ofuscó al describir lo que pensó había sucedido a los 220 cuerpos que su expedición desenterró en el sitio de Playa Venado en Panamá en 1951. El único problema es que Lothrop probablemente se equivocó. Una nueva evaluación de los restos del sitio por parte de los arqueólogos del Smithsonian no reveló signos de trauma al momento de la muerte o cerca de esta. El sitio del entierro probablemente cuenta una historia más matizada culturalmente.
Una revisión “largamente esperada” del sitio en Playa Venado, que data del 500 al 900 dC y está ubicado cerca de la entrada del Pacífico al Canal de Panamá, no encontró evidencia de muerte ritual, comentó Nicole E. Smith-Guzmán, becaria de postdoctorado en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI). Las interpretaciones erróneas de Lothrop probablemente se deben a la era de la “arqueología romántica”, las metodologías subdesarrolladas para los estudios funerarios y las interpretaciones literales de los relatos de los españoles sobre los pueblos indígenas después del contacto europeo.
“Ahora nos damos cuenta de que muchos de estos cronistas españoles estaban motivados a mostrar a las poblaciones indígenas que encontraron como ‘incivilizadas’ y necesitadas de conquista”, comentó Smith-Guzmán, agregando que muchas versiones de sacrificio y canibalismo no han sido confirmadas por los registros arqueológicos. “Más que un ejemplo de muerte violenta y deposición descuidada, Playa Venado presenta un ejemplo de cómo las sociedades precolombinas en el área istmo-colombiana mostraron respeto y cuidado por sus familiares después de su muerte”.
El artículo, escrito en coautoría por el arqueólogo de STRI, Richard Cooke, fue publicado en Latin American Antiquity.
Pero el artículo de Lothrop de 1954, “Suicidio, sacrificio y mutilaciones en entierros de Playa Venado, Panamá”, dejó su huella en los anales de la arqueología panameña. Se ha citado más de 35 veces como evidencia de violencia, canibalismo o decapitación como trofeos. Algunos autores han utilizado el artículo para sugerir que Playa Venado es un sitio de enterramiento masivo o una manifestación de conflicto.
En defensa de Lothrop, arqueólogo del Museo Peabody de Arqueología y Enthnología de la Universidad de Harvard, la bioarqueología (el estudio de restos humanos desde contextos arqueológicos), no existía como subdisciplina hasta dos décadas después de que su trabajo en Playa Venado concluyera. Los practicantes del presente también se benefician de los métodos desarrollados en los años ochenta y noventa.
La cuidadosa documentación de Lothrop y la preservación de los restos hicieron posible la reevaluación. Los restos de más de 70 individuos de Playa Venado se encuentran en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, enviados allí por Lothrop para una evaluación osteológica.
Tras el examen, Smith-Guzmán encontró heridas que mostraban signos de curación mucho antes de que las personas murieran, incluyendo golpes en la cabeza y un dedo dislocado. Varios de los huesos rotos y restos desarticulados descubiertos por Lothrop probablemente se explican por procesos normales de descomposición y entierro secundario de los restos, que se cree tenían una práctica común de veneración de ancestros en el Panamá precolombino.
La evidencia sugiere que los restos de ciertas personas fueron preservados por largos períodos de tiempo antes de ser enterrados en contextos rituales. “En Playa Venado, vemos mucha evidencia de adultos enterrados al lado de urnas que contienen restos de niños, enterramientos múltiples incluyendo un entierro primario y uno secundario, y perturbación de tumbas previamente hechas para sepultar otro individuo por asociación”, comentó Smith-Guzmán.
“El posicionamiento uniforme del entierro y la ausencia de trauma perimortem (alrededor del momento de la muerte) están en contradicción con la interpretación de Lothrop de muerte violenta en el sitio”, comentó Smith-Guzmán, quien también utilizó evidencia de otros sitios arqueológicos en Panamá sobre ritos funerarios como parte de la investigación. “Hay bajas tasas de trauma en general, y las bocas abiertas de los esqueletos que Lothrop notó se explican más fácilmente por la relajación muscular normal después de la muerte y la descomposición”.
La reevaluación de Smith-Guzmán y Cooke de los entierros de Playa Venado sugiere que las ideas sobre la violencia generalizada en el Panamá precolombino deben ser reconsideradas. La investigación es parte de un nuevo análisis mayor e interdisciplinario del sitio que será publicado por el Museo Dumbarton Oaks in Washington, DC.
El descubrimiento de Smith-Guzmán del primer caso de cáncer de hueso en América Latina se presenta en el podcast Smithsonian Sidedoor de este mes.
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