La política de la calle, como siempre. Foto por Polo Ciudadano.
Una elección plagada de irregularidades, ¿mal augurio?
por Olmedo Beluche – Polo Ciudadano
En treinta años desde que se instauró el actual régimen político panameño, sobre los cadáveres y las ruinas de la invasión norteamericana de 1989, nunca se había hecho tan evidente su carácter antidemocrático y fraudulento, nunca habían quedado al desnudo los métodos mafiosos y el clientelismo de los partidos que pactaron las reglas del juego bajo la tutela del Comando Sur y el Pentágono.
Los hechos…
Las irregularidades empiezan desde la vigencia de un Código Electoral sustentado sobre el poder del dinero, el clientelismo y la hegemonía de los partidos políticos fundantes del régimen político: PRD, Panameñista, Molirena a los que se ha sumado desde hace 15 años Cambio Democrático.
A lo que hay que agregar el poder de los grandes medios de comunicación dominados por dos grupos empresariales, que coinciden en la junta directiva de un banco, que actúan como verdaderos fabricantes de ilusiones, manipuladores de imágenes, vendedores de políticos y no tan sutiles difamadores cuando les conviene. Pero esto es lo de siempre, aunque no es tan evidente para el ciudadano de a pie.
Lo novedoso de la elección de 2019 es que, iniciado el conteo, hacia las 4:00 p.m., el candidato que todos los medios daban por ganador por más de 10 puntos, Laurentino Cortizo del PRD, empezó a aparecer en las pantallas virtualmente empatado con el segundo en intención de voto, Rómulo Roux, de Cambio Democrático. Empate que se mantuvo hasta casi la media noche con el supuesto conteo extraoficial de más del 90% de las urnas.
En el interín, hacia las 6:00 p.m. el candidato Rómulo Roux denuncia que el distrito más populoso de la ciudad de Panamá, San Miguelito, se habían dejado de escrutar actas que contenían 50 mil votos a su favor, las cuales le daban supuestamente la victoria electoral y que no iba a reconocer el triunfo de nadie hasta que no se diera el recuento oficial del 100 % de las actas por la Junta Nacional de Escrutinio.
En algún momento de la noche del 5 de mayo, y en los días posteriores el Tribunal Electoral sacó de su web el sistema de Transmisión Extraoficial de Resultados (TER), por aparentes y evidentes inconsistencias, lo que acentuó la impresión en un sector de la ciudadanía de que se estaba cometiendo un fraude electoral. Hacia la medianoche los magistrados del Tribunal dan por ganador a Cortizo con una diferencia no mayor del 2% de los votos emitidos en el conteo extraoficial.
La siguiente sorpresa se dio al amanecer del 6 de mayo, cuando Roux aún no reconocía el triunfo de su oponente y esperaba el recuento oficial, llegó a los medios de comunicación el saludo del expresidente del país y fundador de Cambio Democrático, Ricardo Martinelli, al virtualmente electo Laurentino Cortizo. Martinelli, se encuentra preso en la cárcel El Renacer acusado de espionaje a sus opositores cuando fue presidente de la república.
Preguntas incómodas
¿Por qué Martinelli se adelanta a su candidato Roux en el reconocimiento de la derrota de su propio partido? Tal vez porque el maquiavelismo de la política panameña ya ha demostrado que asestar puñaladas por la espalda a sus copartidarios es una manera de pelear por el control del partido a futuro. Algunos se preguntan si, ¿habrán aprovechado Martinelli y sus abogados la incertidumbre de la noche del 5 de mayo para negociar el reconocimiento de Cortizo a cambio de su libertad?
Otros se preguntan cómo es posible que el Tribunal Electoral diga que el partido Cambio Democrático ganó en las provincias de Panamá, Panamá Oeste y Colón, que tienen casi el 70% de la población, pero perdió la elección presidencial.
La interpretación del resultado presidencial: la ciudadanía castigo al gobierno oligárquico de Varela dejando a su partido en cuarto lugar; parte del descontento se canalizó hacia los candidatos por libre postulación, con casi 25% de los votos emitidos; una pequeña vanguardia lo hizo por el único partido de izquierdas, el FAD, que sacó el 0,7% de los electores según el TER, aunque su dirigencia denuncia un fraude electoral para negarle el 2%, que habría obtenido en la franja de alcaldes, requerido para la subsistencia legal del partido.
Los sectores más pauperizados canalizaron su descontento a través de Cambio Democrático con la ilusión de que el martinelismo traería un gobierno que cree empleos y drene riqueza, que es el mito construido en torno a la figura del expresidente. Laurentino Cortizo, supuestamente ganó, no solo por estrecho margen, sino que el 75% de la ciudadanía no lo eligió.
Alteración, robo de actas y “chanchullerias”
Si esto sucedía en las presidenciales, en las elecciones a representantes de corregimientos, alcaldes y diputados salieron a la luz toda clase de malos manejos, manipulaciones hasta violencia en torno a los centros de votación y juntas circuitales. Desde días antes hubo denuncias de clientelismo con “regalos” de dinero, bolsas de comida y materiales de construcción, que son tradicionales en la política panameña.
El propio día de la votación, los grandes medios de comunicación rompieron la veda electoral y se sumaron a la campaña promoviendo algunos candidatos con entrevistas y declaraciones que claramente están prohibidas por la ley.
Mientras que el electorado castigó a un buen número de diputados cuestionados de corrupción que querían elegirse, sobre todo en circuitos uninominales, votando por nuevos figuras, aunque la mayoría de los partidos tradicionales; en los circuitos plurinominales, la aplicación anómala de la asignación de curules por cociente, mediocociente y residuos, permitió a algunos reelegirse mediante mañas que pueden ser calificadas de fraudulentas.
El PRD, que al inicio del conteo no tenía mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, mediante estos métodos cuestionables se hizo con el control de más del 49% de las curules, y junto con su aliado Molirena se aseguró más del 55%. Las denuncias llovieron incluso de candidatos de su propio partido que se sintieron afectados por la manipulación de los números y de las actas para imponer a políticos de vieja data y muy desprestigiados.
Hubo protestas, agitación y quema de vehículos en el circuito 1-1, contra la reelección como diputado del presidente del PRD, Benicio Robinson; en la ciudad de Colón hubo denuncias de fraude contra la elección del alcalde del PRD; así mismo, hubo protestas y empujones en la designación de curules en los circuitos 8-6 y 8-7 de la ciudad de Panamá, donde hubo denuncias de manipulación de los residuos.
Lo que se trama…
El objetivo de estos cuestionables actos es imponer al presidente por el que el grueso de la burguesía panameña había demostrado preferencias, y luego darle estabilidad a un gobierno con una mayoría legislativa de dudosa honestidad para imponer las reformas neoliberales y antipopulares que se vienen y que la Cámara de Comercio ha exigido en su documento Agenda País 2019-2024.
Dos son las amenazas principales: por un lado, una reforma constitucional por la vía antidemocrática de que sean aprobadas por la actual y percibida como corrupta Asamblea Nacional y ratificada por la próxima, que toma posesión el 1 de julio, electa en las condiciones con las mañas que hemos descrito; por otro lado, se pretende una reforma contra el sistema de pensiones y jubilaciones y el sistema de salud, con afectación a los derechos de la clase trabajadora.
En política internacional, algunos “progresistas” latinoamericanos han creído ver en Cortizo un hombre de “izquierdas”, pero se equivocan. El PRD es un partido de centro derecha, neoliberal y controlado por la oligarquía panameña. Además de que el secretario de Estado, M. Pompeo, lo llamó y le leyó la cartilla a Cortizo, el cual, para el caso venezolano, lo pintan como “mediador”, pero ya reconoció a Juan Guaidó como presidente de ese país.
¿Qué hacer?
Es de Perogrullo la urgencia de la unidad popular para enfrentar el plan neoliberal que se trama. El Polo Ciudadano ha propuesto la necesidad de un gran Frente Popular de defensa de los derechos económicos y sociales, primer peldaño en la continuada construcción de una alternativa política, en la que el FAD sin duda debe estar incluido, pero también debe abarcar a otros sectores que, por diversos motivos, no estuvimos en esa propuesta.