Las especies de corales tropicales pueden haber encontrado un hábitat alternativo donde prosperar frente al cambio climático. Foto de STRI por Jorge Alemán.
Intimando con el manglar
por STRI
En un día cualquiera entre 2016 y 2019, se le podía encontrar a Heather Stewart buceando entre los manglares del archipiélago de Bocas del Toro, en la costa caribeña de Panamá. Durante años visitó estos bosques costeros que marcan el límite entre la tierra y el mar, tratando de comprender por qué algunos corales habían empezado a crecer dentro de ellos. Los corales y los manglares crecen cerca los unos de otros en los ecosistemas costeros tropicales, pero encontrarlos compartiendo el mismo hábitat parecía tratarse de un rasgo evolutivo que ameritaba una explicación.
La ex becaria de doctorado del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y ahora asociada postdoctoral en restauración de manglares de la Universidad de las Islas Vírgenes, exploró 29 lugares donde coexisten los manglares y corales en Bocas. Descubrió que a los corales les iba mejor en grandes bosques de manglares inundados, con abundante flujo de agua de mar. En cambio, las zonas con gran afluencia de agua dulce o con mayores niveles de impacto humano —desarrollo de la tierra y contaminación— eran inadecuadas para los corales.
Las asociaciones manglar-coral no son exclusivas de Bocas del Toro o del Caribe. Aunque no se han estudiado ampliamente, los corales viven dentro de los manglares en océanos tropicales de otras partes del mundo, como el Mar Rojo, el Océano Índico y el Pacífico Sur. Teniendo esto en cuenta, un grupo de investigadores entre los que se encontraba Stewart y otros científicos de STRI, la Universidad de Miami, Santa Fe College y la Universidad de Florida se propusieron crear un sistema para clasificar los hábitats en que los manglares y corales coexisten (CMC). Revisaron la literatura científica e identificaron las principales características y condiciones que se dan en estos ecosistemas.
“Creemos que es importante contar con un sistema de clasificación global de los hábitats en que manglares y corales coexisten, porque durante casi un siglo se ha sabido que estos sistemas existen, pero la comunidad científica los ha ignorado en gran medida”, dijo Stewart. “Ahora, con todas las amenazas a las que se enfrentan los corales, desde el calentamiento y la acidificación de los océanos hasta la contaminación y la sedimentación, los corales son cada vez más susceptibles a las enfermedades. Por ello hay un mayor interés en estos posibles refugios que puedan ayudar a la supervivencia de los corales en el futuro”.
Sus análisis, publicados recientemente en la revista PLOS One, describen cuatro tipos de hábitats en que los corales coexisten con los manglares: en lagunas, a lo largo de arroyos, en el borde de los manglares o completamente bajo la sombra del dosel de los manglares. Estos hábitats son también bastante diversos, con unas 130 especies de corales viviendo en ellos.
“Revisitar la literatura histórica en busca de descripciones de CMC nos ayudó a comprender la visión holística que necesitábamos para clasificar los sistemas”, dijo Rafael Araújo, coautor del estudio e investigador asociado senior en el Departamento de Biología Marina y Ecología de la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami. “Nos inspiramos en los primeros sistemas de clasificación de bosques de manglar y corales, y tratamos de adaptar su simplicidad en nuestra propia clasificación. Queríamos que los tipos fueran lo suficientemente específicos para establecer una distinción entre ellos, pero también lo suficientemente sencillos como para que pudieran aplicarse con facilidad en el campo”.
Aunque los cuatro tipos de CMC presentan variaciones en sus condiciones ambientales, comparten ciertas similitudes: una conexión con el océano abierto o con canales abiertos dentro del conjunto de manglares, un flujo limitado de agua dulce, aguas claras y las condiciones para que los corales permanecieran sumergidos durante todas las etapas del ciclo de las mareas.
Garantizar la supervivencia de los corales es crucial para la salud de los océanos, ya que albergan aproximadamente un tercio de todas las especies marinas. Los manglares son hábitats igualmente importantes que sirven de viveros para miles de especies, mantienen la calidad del agua y protegen los entornos costeros de la erosión y las tormentas. También son algunos de los ecosistemas más susceptibles al cambio climático y al impacto humano, por lo que entender estos hábitats alternativos en los que ambos coexisten puede tener implicaciones a largo plazo para su conservación y manejo.
“Los hábitats CMC son únicos y ofrecen posibilidades para la conservación de especies y ecosistemas clave”, dijo Jennifer Wright, coautora del estudio, quien realizó su investigación de maestría en STRI, y es editora asistente del Bulletin of Marine Science. “Comprender mejor dónde ocurren estos hábitats y cómo interactúan los corales y los manglares es esencial para determinar el papel que los hábitats CMC tendrán para la supervivencia de los corales y la protección de la salud de nuestros océanos”.
Los autores fueron más allá y crearon un modelo para predecir dónde podrían existir otros hábitats CMC a nivel mundial. Su simulación sugiere que estas comunidades podrían ser comunes en todos los trópicos, con una mayoría en el Océano Pacífico. Investigaciones futuras deberían centrarse en estos sitios para obtener más información sobre la dinámica de los diferentes tipos de hábitats CMC y las condiciones ambientales que impulsan su establecimiento.
“Hay mayores diferencias en las condiciones ambientales entre los distintos tipos de CMC que entre algunos CMC y los hábitats de arrecifes poco profundos”, dijo Stewart. “Si identificamos el tipo de CMC y recopilamos información sobre estas variables ambientales, podremos determinar cómo los manglares podrían actuar de salvavidas para algunas especies de corales”.
“Este estudio también es un llamado a otros científicos para que busquen y documenten lo mejor que puedan las asociaciones entre manglares y corales coexistentes”, dijo Araújo. “A medida que haya más información disponible, comprenderemos mejor las condiciones ambientales que hacen que estos sistemas prosperen. Como tal, esperamos ver muchas más descripciones de los hábitats CMC en la literatura y cómo estas ocurrencias encajan en nuestra clasificación”.
Dra. Heather Stewart, en su trabajo. Foto de STRI por Jorge Alemán.
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