Del tirano di todo (I)
por Manuel Castro Rodríguez
La objetividad no implica imparcialidad; reconozco que mi opinión está parcializada, porque fui víctima del castrismo, tanto dentro como fuera de Cuba. Millones de cubanos somos damnificados del régimen totalitario, sangriento y dinástico que instauró Fidel Castro Ruz, hecho a su imagen y semejanza.
Como reconoce Juanita Castro, hermana de Fidel y Raúl: “La gran tragedia de Cuba empezó con Batista y siguió con Fidel”, quien pasó rápidamente de humanista a totalitarista.
En el Manifiesto de la Sierra Maestra -que se puede leer al final de este subdominio-, firmado por Raúl Chibás, Felipe Pazos y Fidel Castro Ruz el 12 de julio de 1957 y publicado dos semanas después, el 28 de julio, en la revista cubana Bohemia, se promete restaurar la Constitución de 1940 -socialdemócrata e inspirada por la Constitución mexicana de 1917 y la española de 1931- y celebrar elecciones generales “en el término de un año”. Sin embargo, al año siguiente del triunfo revolucionario, el comandante Raúl Chibás y Felipe Pazos tuvieron que exilarse.
El 18 de enero de 1959, dos semanas después del triunfo de la revolución cubana, salió publicada la segunda parte de la Edición de la Libertad de la revista Bohemia, en la que Raúl Castro declaró:
Sin embargo, veinte días después, el 7 de febrero de 1959, Fidel Castro sepultó la Constitución de 1940, eliminando de un plumazo el espíritu democrático liberal de la Revolución de 1959. Con ello se demuestra que es falso que las represalias económicas norteamericanas –tomadas un año después- lo arrojaran en los brazos de la Unión Soviética. Su obcecación por el poder absoluto y permanente fue lo que lo llevó a ello.
Desde su nacimiento, el castrismo ha chorreado sangre por todos sus poros. La tiranía castrista es responsable de enormes crímenes, no sólo por la cantidad sino por la monstruosidad de esos crímenes, que incluye el asesinato de ancianos, mujeres y niños. Por ejemplo, la masacre del remolcador 13 de Marzo: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dictaminó:
Las pruebas demuestran claramente que el hundimiento del barco remolcador ’13 de Marzo’ no fue un accidente sino un hecho premeditado e intencional.
Gracias a un buque de bandera griega, 33 cubanos pudieron sobrevivir a la masacre. Vean los videos con las denuncias que hicieron los sobrevivientes, entre ellos, la denuncia hecha por dos madres a quienes les asesinaron sus pequeños hijos. Vean la edad de los niños cubanos que fueron asesinados por el castrismo el 13 de julio de 1994.
El tirano declaró el 5 de agosto de 1994, el día del Maleconazo y tres semanas después de ocurrida la masacre del remolcador:
Tan pronto llegaron las noticias del accidente del remolcador, se realizó de inmediato una investigación profunda y exhaustiva,…
El dictamen de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desmintió al peor dictador que ha sufrido Occidente:
la investigación realizada por el Estado cubano no habría sido suficientemente exhaustiva si tenemos en cuenta que no se rescató la embarcación hundida -la cual contenía en su cuarto de máquinas muchos de los cadáveres que perecieron en el naufragio- ni los cuerpos que yacían en el fondo del mar.
…el Estado cubano no emprendió con seriedad y como un deber jurídico propio las investigaciones en el presente caso. El resultado de ello es la impunidad en que se mantiene el mismo. Por consiguiente, la Comisión considera que el Estado cubano por omisión violó el derecho a la justicia…
¿Por qué han trascurrido más de veinte años sin que se haya celebrado un juicio, tal y como se hace por accidentes de tránsito o de trenes?
Se ha documentado el costo en vidas humanas de esa entelequia llamada revolución cubana. Hasta el 15 de diciembre de 2008, se tiene:
- Fusilamientos, asesinatos y desapariciones: 5.732.
- Muertes en prisión por negligencia médica, suicidio y accidente: 515.
- Trece presos políticos cubanos han muerto en huelga de hambre.
- Se ha podido documentar que 216 mujeres y niñas cubanas murieron por razones políticas de 1959 a 2003. Esa cifra no incluye las mujeres y niñas que resultaron muertas al intentar irse de Cuba.
- Se estima que al tratar de escapar de Cuba han muerto en el mar más de setenta y siete mil personas. Esta cantidad se ha obtenido mediante un procedimiento econométrico.
- Se estima que en guerras en el extranjero han muerto más de trece mil cubanos.
El costo del castrismo en vidas humanas ha continuado aumentando con el experimentado asesino serial Raúl Castro al frente de la tiranía. Para mayor detalle, puede consultar la Base de Datos.
El tirano no dudó en ordenar el fusilamiento de compañeros de armas, incluyendo el de comandantes como Humberto Sorí Marín y William Morgan. Rápidamente convirtió a Cuba en el Archipiélago Gulag de Occidente. En la década del sesenta unos sesenta mil cubanos -incluyendo a casi un centenar de mujeres- estaban presos por motivos políticos, la mayoría de los cuales habian sido condenados a largas penas de prisión.
Por ejemplo, Mario Chanes de Armas -compañero de Fidel Castro Ruz en el asalto al cuartel Moncada y en la expedición del yate Granma- cumplió 30 años de cárcel; otro luchador contra la dictadura de Batista, Eusebio Peñalver, estuvo encarcelado por la dictadura militar cubana durante más de 28 años -es el preso político de raza negra que más tiempo ha cumplido, superando a Nelson Mandela.
Entre las innumerables tropelías, asesinatos, torturas y otros crímenes cometidos por la tiranía castrista, el asesinato de mujeres y niños ocupa un lugar destacado.
Sólo la represión más brutal e implacable ha hecho posible el mantenimiento de ese régimen nefasto. Marxistas, liberales, socialistas, trotskistas, democristianos y anarquistas han sufrido difamación, ostracismo, destierro, cárcel, tortura y asesinato.
El filósofo socialista argentino Óscar del Barco reconoce que
Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara.
El tirano fue el clásico lobo cubierto con una piel de oveja, engañó a todos y de qué forma. La revista Readers Digest (Selecciones) de enero de 1959 lo presenta como un joven de formación católica y refuta los rumores sobre una posible infiltración comunista en las filas del Ejército Rebelde. Él exhibe orgullosamente su collar con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba. Del cuello de la mayoría de los integrantes del Ejército Rebelde cuelgan collares e imágenes de Santa Bárbara y la Caridad del Cobre. El sacerdote católico Guillermo Sardiñas es el capellán del Ejército Rebelde y Fidel Castro Ruz su Comandante en Jefe.
Él también desmentía la influencia comunista; por ejemplo, el 15 de enero de 1959 declaró: “yo no soy comunista; estoy diciendo la verdad”. Cuatro meses despues, el 8 de mayo ratificó: “nuestra revolución no es comunista”.
El tirano traicionó a todos los que lucharon por una Cuba libre, independiente y democrática. Canek Sánchez Guevara, el nieto mayor de Ernesto ‘Che’ Guevara, declaró:
La primera traición es que no se quería hacer tanto una revolución como recuperar la Constitución de 1940 y llegar a unas elecciones. Luego el proceso revolucionario se radicalizó, pero la propiedad privada pasó toda al Estado, que se convirtió en el nuevo patrón: los ciudadanos trabajan para el Estado, cobran del Estado y acaban gastando en el Estado; es el sueño de todo oligarca.
Martha Frayde Barraqué, médica cubana que luchó contra la tiranía de Batista y después sufrió la represión castrista, expresa:
Fidel Castro nos engaño a todos, empezando por mí. Los visionarios del primer momento fueron la minoría.
Samuel Farber, académico cubano que durante más de medio siglo ha sido una figura destacada de la izquierda internacional, señala:
De hecho, durante 1959 hubo una lucha ideológica dentro del Gobierno revolucionario entre los liberales como Roberto Agramonte y Elena Mederos, los antiimperialistas radicales como David Salvador, Faustino Pérez y Marcelo Fernández, y el ala procomunista encabezada por Ernesto ‘Che’ Guevara y Raúl Castro, aliados en aquel momento con el PSP (Partido Socialista Popular) de los viejos estalinistas cubanos.
El tirano logró crear un sistema de desinformación de tal magnitud -que habría sido envidiado por el propio Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi-, que le permitió que durante mucho tiempo sus crímenes casi no fueran conocidos. Aunque él mismo y la mayoría de la izquierda internacional han hecho lo imposible por hacerle creer al mundo que fue un pensador del marxismo contemporáneo, se ha demostrado fehacientemente que jamás fue marxista.
La revista Life entrevistó en enero de 1959 al comandante René de los Santos Ponce, un apasionado anticomunista. René era primo materno de mi padre y cercano colaborador de Fidel desde finales de la década del cuarenta. Por orden de este, René creó y dirigió el Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER), el antecesor del tenebroso Departamento de Seguridad del Estado. René fue jefe militar de Pinar del Río y Camagüey, y durante dos décadas ocupó altos cargos en el Partido Comunista, entre ellos, tercer jefe de su Comité de Control y Revisión. Hace unos veinte años hablé con René por útima vez; permanecía inalterable su anticomunismo y su fidelidad al tirano.
El 17 de abril de 1955, salió publicado en la revista Bohemia un artículo de Francisco Ichaso Macías (1901-1962), una de las figuras más destacadas del periodismo cubano, en el que se expresa:
Somos un pueblo desconcertante. Amamos la democracia, la soberanía, la libertad, y sin embargo hemos actuado como si todo eso nos importase un comino. Todos queremos la democracia, pero nos falta, en cambio, la voluntad para hacer por ella, todos los días, el trabajo menudo que exige su conservación. Nos acordamos de la democracia, como de Santa Bárbara, cuando truena poderosamente sobre ella.
Efectivamente, el cubano es un pueblo desconcertante. Si en 1959 los cubanos se hubieran acordado de la democracia, no hubiesen permitido que Fidel Castro Ruz incumpliese su compromiso con el pueblo cubano, recogido en el Manifiesto de la Sierra Maestra; si en 1959 los cubanos se hubieran acordado de la democracia, no hubiesen permitido que inmediatamente después de llegar al poder violase los derechos humanos y el debido proceso a los integrantes de la tiranía batistiana que cayeron en sus manos. Por ejemplo, los fusilamientos masivos y el segundo juicio a los aviadores.
Los sucesos ocurridos durante los tres primeros meses de 1959 debieron ser suficiente para que los cubanos se percatasen que los hermanos Castro no se guiaban por principios democráticos; esos hechos fueron el preámbulo de lo que vendría después, mucho peor que la tiranía de Batista –durante la misma se mantuvo la independencia del poder judicial y la libertad de prensa, excepto por cortos períodos en que se decretaba la censura, por lo que la población sabía que estaba ocurriendo algo que afectaba al gobierno, que no quería que se supiese.
Tres generaciones de cubanos hemos esperado infructuosamente que se realicen las elecciones en que se comprometió Fidel Castro Ruz. Mientras tanto, la comunidad internacional continúa guardando silencio cómplice. Los gobernantes de España, Uruguay y Chile no pueden alegar que desconocen las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos realizados por la gerontocracia estalinista cubana, porque durante casi un año les estuve informando semanalmente de ello a los parlamentarios chilenos, uruguayos y españoles.
Aunque Fidel Castro Ruz murió en la cama, sin poder ser sometido a juicio, la historia lo condenará porque se ha ganado un lugar entre los dictadores más crueles de la era moderna; se codea con Pinochet, Stalin, Franco y Hitler.
El tirano ha muerto, pero todavía Cuba es el único país occidental donde es ilegal ser opositor. Cuánto dolor se hubiese ahorrado el pueblo cubano, si el mayor asesino serial y estafador nacido en las Américas hubiese muerto antes de abordar en el puerto de Tuxpan (México) el yate Granma, que lo llevaría a Cuba junto a 81 expedicionarios para comenzar una guerra de guerrillas contra el dictador Fulgencio Batista, guerra en la que Fidel Castro Ruz nunca combatió, al igual que tampoco lo hizo en el Moncada. ¡Qué clase de Comandante en Jefe, el clásico capitán araña!
(Continuará)
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