La batalla del puente de Calidonia
por Olmedo Beluche
En julio se conmemoran 115 años de la histórica Batalla del Puente de Calidonia, en que los liberales panameño-colombianos fueron masacrados en la Guerra de los Mil Días.
Quisiera aportar a la reflexión sobre la famosa batalla del Puente de Calidonia, ocurrida el 26 de julio de 1900, en la que fueron aniquiladas las fuerzas liberales a las puertas de la ciudad de Panamá.
Cabe preguntarse: ¿Por qué, después de los contundentes éxitos de las tropas liberales en el interior, el general Emiliano Herrera se lanzó a un ataque suicida, enviando a sus tropas a través del puente desguarnecido frente a los parapetos de ametralladoras de los conservadores, ubicadas en las proximidades de lo que hoy es la Plaza 5 de Mayo?
La respuesta la encuentro en el papel activo que tuvieron los cónsules de las potencias representadas en Panamá: Francia, Inglaterra y muy especialemente el de Estados Unidos. Según se desprende del libro “El Panamá Colombiano”, de Araúz y Pizzurno, estos cónsules exigieron tanto a conservadores como liberales que no fueran afectados por el combate, ni la ciudad, ni el ferrocarril. Por supuesto, la amenaza subyacente era la intervención militar extranjera contra quien pusiera en peligro esos intereses extranjeros, apelando a la manera como EEUU entendía el Tratado Mallarino-Bidlack.
El 21 de julio forzaron al general Albán, conservador, a presentar batalla en Corozal, donde fue derrotado por Herrera. Teniendo que retirarse el primero a la ciudad de Panamá donde montó sus barricadas.
Con la complicidad de la Compañía del Ferrocarril, y de su gerente, el coronel Shaller, que jugaría un papel central en la Separación de 1903, se trasladan tropas conservadores desde Colón para reforzar a Albán. La Compañía y el cónsul norteamericano, lejos de ser neutrales como pretendían, jugaron un papel activo apoyando a los conservadores.
Previo al asalto liberal de la ciudad, el cónsul norteamericano se reunió en Perrys Hill (Perejil) con Emiliano Herrera, reiterándole la exigencia de no afectar la ciudad.
A mi juicio son estas presiones del cónsul norteamericano las que llevan a Herrera a presentar el nefasto esquema de ataque, que en pocas horas aniquiló a las huestes liberales (200 bajas entre muertos y heridos).
Esta me parece es la razón por la que, en 1901-1902, cuando las tropas liberales se recuperaron, gracias al papel de Victoriano Lorenzo, que transformó la guerra política en guerra social, campesino-indígena, llevando a los liberals a controlar todas las provincias del Istmo, menos la capital, tampoco intentaron nunca tomar la ciudad de Panamá.
El problema para la cabal comprensión de este acontecimiento es que la historia oficial panameña deja por fuera el papel jugado por las potencias imperialistas y reduce toda la explicación a una simplista contradicción entre “panameños’ y “colombianos”.
No hay duda de que hubo una lucha por el mando liberal entre Belisario Porrras y Emiliano Herrera, y posteriormente, Benjamín Herrera. Pero en este caso el factor determinante es la intervención norteamericana en toda la Guerra de los Mil Días.